LA SAGRADA COMUNIÓN

QUÉ ES.—Comulgar es recibir a Jesucristo presente en el Sacramento de la Eucaristía. En virtud de las palabras de la consagración, Jesucristo está presente bajo la apariencia de pan y vino. Pues bien; el que comulga recibe un trocito de ese pan consagrado, llamado hostia, la cual contiene a Jesucristo todo entero, quien pasa a ser alimento de su alma conforme al dicho del Salvador: “El que come mi carne vivirá por mí.”
NECESIDAD.— Conforme a esto, aquel que por culpa o liviandad dejare mucho tiempo sin comulgar, adelantará poco en la perfección cristiana y fácilmente desfallecerá. “Si no comiereis la carne del Hijo del hombre no tendréis vida en vosotros.” Pasa con el alma lo que con el cuerpo, que sin alimentarse no puede vivir.
Por eso la Iglesia obliga a los fieles, bajo pecado mortal, a recibir sacramentalmente la Comunión, por lo menos una vez al año, por Pascua Florida así como también cuando una enfermedad grave les pusiere en peligro de muerte. En este último caso la Comunión recibe el nombre de Viático, lo que significa que es para el alma el alimento destinado a fortalecerla en el gran viaje a la eternidad.
EFECTOS DE LA SAGRADA COMUNIÓN.—Son inestimables. Como su mismo nombre lo indica, el primero y más propio es el de incorporarnos o unirnos (Comunión: unión con) a Jesucristo, y por medio de él al Padre, al Espíritu Santo y a todos los justos que forman un solo cuerpo con Cristo, deificándonos con esta unión y haciéndonos participantes de su divinidad.
Pueden compararse los efectos de la Comunión a los que el pan produce en el que lo come. El pan se une íntimamente a nuestro cuerpo, le sustenta, le hace crecer, repara su flaqueza y cansancio, deleita el paladar. Así la Sagrada Comunión conserva y aumenta la vida de la gracia, entibia nuestros malos deseos, borra las manchas de los pecados leves y a menudo hace gustar dulces consuelos espirituales. Estas gracias sólo las alcanza el que se prepara convenientemente.
DISPOSICIONES.—Los que comulguen deben estar en ayunas de alimentos sólidos 3 horas antes de comulgar. Sin beber una hora solamente. El agua natural no rompe el ayuno.
Debe, sobre todo, el que comulga estar en gracia de Dios. Aquel que a sabiendas se acercare en pecado mortal cometería un gravísimo sacrilegio. La luz es agradable y benéfica a los ojos sanos y dañosa y perjudicial a los enfermos. De la misma manera el Cuerpo del Señor, para los puros, es medicina saludable, pero para los impuros es muerte del alma.
Aunque para comulgar con provecho basta el estado de gracia sin embargo, la Comunión aprovechará tanto más cuanto mayor sea el deseo de agradar a Dios y hacerse santo en el que comulga (rectitud de intención). De aquí la necesidad de prepararse cuidadosamente y de dar gracias con todo fervor después de comulgar.

PREPARACIÓN BREVE PARA LA SAGRADA COMUNIÓN
ACTO DE FE Y DE ADORACIÓN. Señor mío Jesucristo, creo con toda el alma que estáis realmente en el Santísimo Sacramento del altar con vuestro Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Por consiguiente, os adoro en este sacramento y os reconozco por mi Criador, Señor y Redentor, y por mi sumo y único bien.
ACTO DE ESPERANZA. Señor, espero que dándoos todo a mí en ese divino sacramento usaréis conmigo de misericordia y me concederéis todas las gracias que son necesarias para mi eterna salvación.
ACTO DE CARIDAD. Señor, os amo con todo mi corazón sobre todas las cosas, porque sois mi Padre, mi Redentor, mi Dios infinitamente amable, y por vuestro amor, amo a mi prójimo como a mí mismo, y perdono de corazón a los que me han ofendido.
ACTO DE CONTRICIÓN. Señor, detesto mis pecados, porque son ofensa vuestra y me hacen indigno de recibiros en mi corazón; propongo con vuestra gracia no volver a cometerlos en adelante, huir de sus ocasiones y hacer penitencia.
ACTO DE DESEO. Señor, deseo ardientemente que vengáis a mi alma, para que la santifiquéis y la hagáis toda vuestra por amor, de manera que ya no se separe de vos, sino que viva siempre en vuestra gracia.
ACTO DE HUMILDAD. Señor, no soy digno de que vengáis a morar en mí, pero decid una sola palabra y mi alma será salvada.

BREVE ACCIÓN DE GRACIAS PARA DESPUÉS DE LA SANTA COMUNIÓN
ACTO DE FE Y DE ADORACIÓN
. Señor mío Jesucristo, creo que estáis verdaderamente en mí con vuestro Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, y, humillado en mi nada os adoro profundamente como a mi Dios y Señor.
ACTO DE ESPERANZA. Señor, ya que habéis venido a mi alma, haced que jamás me aparte de vos con el pecado, antes permaneced siempre en mi con la gracia: lo espero por vuestra bondad y misericordia.
ACTO DE CARIDAD. Señor, Dios mío, os amo cuanto sé y puedo, y deseo amaros cada vez más: haced que os ame sobre todas las cosas ahora y siempre por los siglos de los siglos.
ACTO DE OFRECIMIENTO. Señor, puesto que os habéis dado todo a mi, yo me entrego todo a vos: os ofrezco mi corazón y mi alma, os consagro toda mi vida y quiero ser vuestro por toda la eternidad.
ACTO DE PETICIÓN. Señor, dadme todas las gracias espirituales y temporales que conocéis ser útiles a mi alma; socorred a mis padres, a mis bienhechores, amigos y superiores y librad a las almas benditas del purgatorio.

ANTES DE LA COMUNIÓN
Oración de San Ambrosio
¡Oh piadoso Señor Jesucristo!, yo indigno pecador, confiado en vuestra misericordia y bondad más que en mis propios merecimientos, me acerco con temor y temblor a tomar parte en este banquete suavísimo del altar. Pues, reconozco que tanto mi corazón como mi cuerpo están manchados con muchos pecados, y que mi mente y mi lengua no han sido cuidadosamente. os habéis dado todo a mi, yo me entrego oh Majestad tremenda!, yo, miserable en medio de tantas angustias, recurro a Vos, que sois fuente de misericordia; a Vos acudo en busca de salud y me acojo bajo vuestra protección; y ya que me es imposible soportar vuestra mirada de juez irritado deseo vivamente contemplaros como mi Salvador. A Vos Señor, descubro mis llagas y mi vergüenza; conozco que os he ofendido frecuente y gravemente, y por eso me inspiráis temor. Mas espero en vuestra misericordia infinita; miradme con ojos misericordiosos, Señor Jesucristo, Rey eterno, Dios y Hombre crucificado por los hombres. Oídme, pues en Vos tengo puesta la esperanza; apiadaos de mi, que estoy lleno de miserias y de pecados, Vos que sois fuente de misericordia, que no cesa, jamás de manar. Salve, Victima de salvación, ofrecida en el patíbulo de la cruz por mí y por todo el linaje humano. Salve, noble y preciosa Sangre que mana de las llagas de nuestro Señor Jesucristo, crucificado y lava todos los crímenes del mundo ; acordaos Señor, del hombre que habéis rescatado con vuestra sangre. Me arrepiento ya de haberos ofendido y propongo enmendarme en lo sucesivo. Padre clementisimo, alejad de mí todas mis iniquidades y todos mis pecados, para que, purificado de alma y cuerpo, merezca entrar dignamente en el Santo de los Santos, y que este cuerpo y esta Sangre que deseo tomar, aunque indigno, sirvan para remisión de mis culpas, para purificar totalmente mi alma de sus delitos, para ahuyentar los pensamientos torpes, para devolverle los buenos sentimientos; dar eficacia a las obras que a Vos os agradan, y, finalmente, para firmísima protección contra las asechanzas del enemigo de mi alma y de mi cuerpo. Amén.
(Tres años de indulgencia, en favor del Sacerdote celebrante, una vez al día.)

ORACION A JESÚS QUE VIVE EN MARÍA 
(Olier)
Oh Jesús, que vivís en María, venid a vivir en vuestros siervos, con el espíritu de de vuestra santidad, con la plenitud de vuestra fuerza, con la verdad de vuestra virtud, con la perfección de vuestra vida, con la comunión de vuestros misterios, dominad sobre toda adversa potestad con vuestro espíritu para la gloria del Padre. Amén.

ORACIÓN DE SAN ANSELMO
Señor, dijisteis con vuestros sacrosantos y benditos labios: “El pan que yo os daré es mi carne por la salvación del mundo. El que comiere de este pan vivirá eternamente”. ¡Oh pan de incomparable dulzura, sana la enfermedad de mis sentidos a fin de que guste la suavidad de tu amor! ¡Disipa todas las languideces de mi alma, para que no experimente otro atractivo que el tuyo, no cante otro amor sino a Ti, ni ame más belleza que la tuya! ¡Oh pan candidísimo que encierra toda suerte de delicias y el más exquisito sabor; tú que sacias eternamente nuestra hambre sin mengua alguna tuya, sé el alimento de mi corazón, y que tu sabor inunde los senos de mi alma! Y como el ángel se embriaga de tus maravillas, haz que acá abajo el hombre viador se sacie de Ti en cuanto es dado a su naturaleza a fin de que, fortificado con tal viático, no desfallezca en las andanzas de su peregrinación. Pan sagrado, pan vivo, pan de inefable belleza, de pureza inmaculada, pan bajado del cielo y que das la vida al mundo, ven a mi corazón, purifícame de todas las suciedades de la carne y del espíritu; entra en mi alma interior y exteriormente. Amen.
¡Dios mío, a Tí aspiro, y me dirijo desde que apunta la aurora; de Ti está sedíenta mi alma! (Salmo LXII, I.) 
Señor, vos sabéis que os amo. (Jn., XXI, 15.)

ORACIÓN DE SANTO TOMAS DE AQUINO
Aquí me llego, todopoderoso y eterno Dios, al sacramento de tu unigénito Hijo mi Señor Jesucristo, como enfermo al médico de la vida, como sucio a la fuente de misericordia, como ciego a la luz de la claridad eterna, como pobre y miserable al Señor de los cielos y la tierra.
Ruego, pues, a tu infinita bondad y misericordia tengas a bien sanar mi enfermedad, limpiar mi suciedad, alumbrar mi ceguedad, enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez, para que así pueda yo recibir el pan de los ángeles, al Rey de los reyes, al Señor de los señores, con tanta reverencia y humildad, con tanto dolor y devoción, con tal fe y tal pureza y con tal propósito e intención cual conviene para la salud de mi alma.
Dame, Señor, que reciba yo, no sólo el sacramento de tu sacratísimo Cuerpo, sino también la virtud y gracia del sacramento. ¡Oh Dios benignísimo, dame que reciba yo el Cuerpo de tu unigénito Hijo y Señor nuestro Jesucristo, formado de María Virgen, de tal modo que merezca ser incorporado a su cuerpo místico y contado entre sus miembros! ¡Oh amantísimo Padre, concédeme tu Hijo amado, al cual deseo ahora recibir encubierto y velado, de manera que merezca yo contemplarle para siempre descubierto y sin velo en la eternidad! Amén.
(Indulgencia de tres años; plenaria al mes, por el rezo diario, con las condiciones acostumbradas).

ORACIÓN DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
¡Oh divino Jesús mío. oh amado de mi corazón os amo, o al menos deseo amaros con toda la capacidad de mi corazón!
¡Ah, justo es que os ame, puesto que por mi, no solo quisisteis sacrificar vuestra vida en el Calvario, sino instituir además el adorable Sacramento, del que tengo la dicha de participar, y por el que os recibo en mi corazón, estrechando la más íntima unión con vos.
Vos mismo me invitáis a venir a Vos y a recibiros, ¡Oh amor inmenso, oh amor incomprensible! ¡Mi Dios quiere darse a mí, débil y miserable criatura, a mí que tantas veces le he sido infiel!
¡Oh Dios de amor, os amo, os amo sobre todas las cosas; os amo más que a mí mismo; os amo únicamente por Vos y por vuestra infinita amabilidad! ¡Ah, quisiera veros amado Por todos los corazones y en todo el mundo! ¡Por lo menos os amaré yo hasta el último suspiro! ¡Madre de mi Jesús, vos que le amásteis más que todas las criaturas juntas, y que tanto deseáis verle amado por todos los corazones, rogad por mí, a fin de que mi corazón le ame cada vez más y persevere hasta el fin en su santo amor!

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
¡Oh Madre de piedad y de misericordia, beatísima Virgen María, yo, miserable e indigno pecador, recurro a vos con todo el afecto y amor de que soy capaz, y suplico a vuestra piedad que, como asististeis a los Apóstoles que en el cenáculo se preparaban a recibir el Espíritu Santo, así os dignéis también asistirme benignamente, a mí, pobre pecador, de manera que, socorrido por vuestra gracia, pueda recibir dignamente el cuerpo y sangre de vuestro divino Hijo y nuestro Salvador Jesucristo. Amén.

ORACIÓN A SAN JOSE
¡Oh feliz varón San José, que os fue dado no sólo ver y oír al Dios a quien muchos reyes desearon ver y no le vieron, oír y no le oyeron, sino también guiarle, besarle, vestirle y custodiarle.
V. Ruega por nosotros, santísimo José.
R. Para que seamos dignos de las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Oración. Haced, oh Señor, que así como el bienaventurado José mereció tocar con sus manos y llevar en ellas a tu Hijo Unigénito, nacido de María Virgen, así podamos serviros con toda limpieza de corazón y santidad de obras Para poder recibir hoy dignamente el sacrosanto Cuerpo y Sangre de tu Hijo y merecer en la otra vida el premio eterno. Amén.
(Indulgencia de tres años en favor del Sacerdote celebrante).

DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
ORACIÓN DE SAN BUENAVENTURA

Dulcísimo Señor Jesús, traspasad con el suavísimo y salutífero dardo de vuestro Amor lo más íntimo de mi alma con una verdadera, santa y perfecta caridad, a fin que mi alma languidezca y se derrita en el amor y deseo de Vos solo. A sólo Vos aspire y desfallezca en vuestros atrios deseando verse libre de la carne para estar ron vos en el paraíso. Concededme, Señor, que mi alma tenga hambre de Vos, pan los ángeles, alimento de las almas santas, pan nuestro cotidiano, sobresubstancial, que encierra todo sabor y dulzura, y todo suavísimo deleite. Haced que tenga siempre hambre de Vos, y siempre mi corazón se nutra de Vos, en quien desean mirarse los ángeles, y con la dulzura de vuestro sabor se hinchen los senos de mi alma; tenga siempre sed de Vos, fuente de vida, fuente de sabiduría y de ciencia, fuente de luz eterna, torrente de delicias, abundancia de la casa de Dios; a Vos siempre os desee, a Vos os busque, a Vos os halle, a Vos tienda, a Vos llegue, a Vos os medite, de Vos hable, y todo obre para alabanza y gloria de vuestro santo nombre, con humildad y discreción, con amor y gusto, con facilidad y afecto, con perseverancia hasta el fin. Vos sólo seáis siempre mi esperanza, toda mi confianza, mis riquezas, mi gozo y mi alegría, mi descanso y tranquilidad, mi paz, mi suavidad, mi olor, mi dulzura, mi refección, mi refugio, mi auxilio, mi sabiduría, mi porción, mi posesión, mi tesoro, donde estén siempre fijos, firmes e inconmoviblemente arraigados mi mente y mi corazón. Amén.
(Indulgencia de tres años en favor del Sacerdote celebrante).

ORACIÓN A JESUCRISTO.
¡Cuán suave es la dulzura de vuestro pan celestial! ¡Cuán admirable es la tranquilidad y completa la paz de quien os recibe, después de haber detestado y sinceramente confesado las propias culpas! ¡Bendito seáis mil veces, oh Jesús mío!. Infeliz era cuando vivía en mis pecados. Ahora no sólo experimento la tranquilidad de mi alma, sino que me parece pregustar la paz del paraíso. ¡Ah cuán cierto es que nuestro corazón ha sido hecho para Vos, oh mi amado Señor, y que solamente goza cuando descansa en Vos! Os doy gracias y propongo huir del pecado y de sus ocasiones y fijar mi morada en vuestro corazón, de donde espero los auxilios para poder amaros hasta la muerte. Amén.
(Quinientos días de indulgencia, rezándola después de la Comunión; plenaria al mes, por su rezo diario, con las condiciones acostumbrabas)

ORACIÓN DE SAN BUENAVENTURA
Señor Jesús, sedme propicio por vuestro Cuerpo y Sangre que acabo de recibir. Vos dijisteis: El que come mi carne y bebe mi sangre mora en mí y yo en él, por lo que os suplico que creáis en mí un corazón nuevo y renovéis en mí el espíritu de justicia, me fortifiquéis con vuestro santo Espíritu, me defendáis de todos los peligros, me corrijáis de mis vicios, de manera que merezca participar un día de los goces celestiales. Arrancad de mi corazón todo extraño amor y haced que esté crucificado para el mundo y unido a Vos mismo Jesucristo, gustando de mi descanso en Dios como en mi centro. Sólo una cosa me es necesaria y es la única que busco. Lejos de mí la multitud de vanos pensamientos. No tengo ya más que un amigo, un solo amor: Jesucristo, mi Dios y el esposo de mi alma. No hay ya en mí gusto ni atractivo, sino en Jesucristo. Sea Él todo mío y yo todo suyo; venga a ser mi corazón una sola cosa con Él, de modo que no sepa, ni ame, ni desee sino a mi Señor Jesús y Jesús Crucificado.

A LA SANTÍSIMA VIRGEN
(De Santa Gertrudis)
¡Oh beatísima Virgen María, he aquí a vuestro dulcísimo Hijo a quien llevasteis en vuestro seno y disteis al mundo para la salvación de todo el genero humano!
¡He aquí Aquel a quien visteis crecer en sabiduría y gracia delante de Dios y delante de los hombres, y con quien pasaste íntimamente unida en este mundo durante tantos años! ¡A Este, por un inestimable beneficio de la bondad divina, acabo de recibirle en mi corazón!
¡Oh Madre mía dulcísima, a vos os lo presento con humildad y amor! ¡Os lo ofrezco para que lo estrechéis en vuestros brazos, le colméis de vuestros santos besos y le améis con vuestro corazón!
¡Os lo ofrezco para que conmigo le adoréis, le ofrezcáis por mí a la Santísima Trinidad con un culto supremo de adoración! Por mis necesidades, por las del mundo entero, y finalmente, para que en esta oferta la eminente prerrogativa de vuestra dignidad supla a la pobreza de mis méritos y a mi extrema indigencia.
Ángel de mi guarda, San José, Santos y Santas todos del cielo, venid a alabar y a dar gracias por mí a Jesús, y alcanzadme la gracia de que esta comunión me disponga para una vida tan piadosa que me asegure la consecución de la gloria eterna, en la que pueda cantar con vos las divinas alabanzas por todos los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN
¡Hasta dónde, oh amantísimo Jesús mío, ha llegado vuestra excesiva caridad! Con vuestra Carne y preciosísima Sangre me habéis preparado una divina mesa en la que os dais Por completo a mí. ¿Quién os ha impulsado a tales transportes de amor? Nadie ciertamente, sino vuestro amorosísimo Corazón. Oh Corazón adorable de mi Jesús, horno ardentísimo del divino amor, recibid a mi alma en vuestra sacratísima llaga, para que en esta escuela de caridad aprenda a amar a aquel Dios que tan admirables pruebas de su amor me dio. Amén.
(Quinientos días de indulgencia; plenaria al mes, por su rezo diario, con las condiciones acostumbradas).

ORACIÓN PARA OBTENER LA DEVOCIÓN A LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Os ruego con todo encarecimiento, oh dulcísimo Señor mío Jesucristo, que vuestra Pasión sea la fuerza que me asegure, proteja y defienda; que vuestras llagas sean la comida y bebida espiritual de mi alma; que la aspersión de vuestra sangre sea para mí el baño purificador de mis culpas; que vuestra muerte me obtenga la vida sin fin; que vuestra cruz sea, para mí, vida sempiterna. Encuentre yo en la meditación de vuestra Pasión apoyo, fortaleza, salvación y consuelo. Concededme estas gracias, Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.
(Los sacerdotes que recen esta oración como acción de gracias después de la Misa ganan una indulgencia de tres años. Rezándola, si es posible, de rodillas se obtiene el perdón de los errores y negligencias cometidos por fragilidad humana durante la celebración de la Misa. S. C. Indulg., 11 de diciembre de 1846.)

ORACIÓN DE SAN IGNACIO DE LOYOLA
Tomad, Señor, toda mi libertad; recibid mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad, todo mi haber y poseer. Vos me lo disteis, a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro; disponed a toda vuestra voluntad. Dadme sólo vuestro amor y gracia, y seré bastante rico, ni os pediré otra cosa.
(Indulgencia de tres años, Plenaria una vez al mes. con las condiciones acostumbradas, rezándola todos los días.)

ORACIÓN DE SANTO TOMAS DE AQUINO
Gracias te doy, Señor santo, Padre todopoderoso, Dios Eterno porque a mí pecador, indigno siervo tuyo, sin mérito alguno de parte mía, sino por pura dignación de tu misericordia, te has dignado admitirme a la participación del sacratísimo Cuerpo y Sangre de tu unigénito Hijo. Suplicóte que esta Sagrada Comunión no sea para mi alma lazo ni ocasión de castigo; sino intercesión saludable para el perdón; sea armadura de mi fe, escudo de mi buena voluntad, muerte de todos mis vicios, exterminio de todos mis carnales apetitos y aumento de caridad, paciencia y verdadera humildad, y de todas las virtudes: sea perfecto sosiego de mi cuerpo y de mi espíritu, firme defensa contra todos los enemigos visibles e invisibles, perpetua unión contigo solo, mi verdadero Dios y Señor, y sello feliz de mi dichosa muerte. Y te ruego tengas por bien llevarme a mi pecador, a aquel convite inefable donde tú con tu Hijo y el Espíritu Santo eres para tus Santos luz verdadera, satisfacción cumplida y gozo perdurable, dicha completa y felicidad perfecta. Amén.
(Indulgencia de tres años. Plenaria al mes, rezándola todos los días, confesando y visitando una Iglesia u oratorio público, y rogando por las intenciones de la Iglesia)

INVOCACIONES DE SAN IGNACIO
Alma de Cristo, santifícame. 
Cuerpo de Cristo, sálvame. 
Sangre de Cristo, embriágame. 
Agua del costado de Cristo, lavame. 
Pasión de Cristo, confórtame. 
¡Oh buen Jesús!, óyeme. 
Dentro de tus benditas llagas, escóndeme. 
No permitas que me aparte de Tí. 
Del maligno enemigo, defiéndeme. 
En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti para que con tus Santos te alabe por los siglos de los siglos. Amén.
(Indulgencia de trescientos días. Indulgencia de siete año; después de la Comunión. Plenaria una vez al mes, con las condiciones acostumbradas. rezándola. todos los días.)

ORACIÓN A JESUS CRUCIFICADO
Heme aquí, oh bondadoso y dulcísimo Jesús, postrado en vuestra presencia; os ruego y suplico con el mayor fervor imprimáis en mi corazón vivos sentimientos de Fe, Esperanza y Caridad, verdadero dolor de mis pecados y propósito firmísimo de enmendarme; mientras que yo, con todo el amor y con toda la compasión de mi alma, voy considerando vuestras cinco llagas, teniendo presente aquello que dijo de Vos, oh buen Jesús, el Santo Profeta David: Han taladrado mis manos y mis pies, y se pueden contar todos mis huesos.
(Rezando esta oración delante de una imagen de Jesús Crucificado se gana una indulgencia de diez años; plenaria después de la Confesión y Comunión)

A JESUCRISTO REY
¡Oh Cristo Jesús!, yo os reconozco como rey universal; Todo cuanto existe ha sido creado por Vos. Ejerced sobre mí todos vuestros derechos.
Renuevo las promesas del bautismo renunciando a Satanás, a sus pompas y a sus obras y prometo vivir como buen cristiano. Y muy particularmente me comprometo a hacer triunfar, según mis fuerzas, los derechos de Dios y de vuestra Iglesia.
Corazón divino de Jesús, yo os ofrezco mis pobres acciones para lograr que todos los corazones reconozcan vuestra, sagrada Realeza y que así se establezca en el mundo el reino de vuestra paz. Amén.
(Indulgencia plenaria una ves al día, con las condiciones acostumbradas.)

OTRAS ORACIONES PARA DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Yo creo, oh Jesús, que habéis, venido a mi alma. Os adoro con los mismos sentimientos con que os adoraron, en la gruta de Belen, los Pastores, los reyes magos y vuestra misma Madre, la Virgen Santísima, y con todo mi corazón os doy gracias por este insigne beneficio que me habéis hecho, dándoos a mí todo entero. 
¡Cuán hermoso es, oh mi amado Jesús, estar con Vos!. Ya que habéis tomado posesión de mi corazón, permaneced siempre en mí con vuestra divina gracia y no permitáis jamás que vuelva a separarme de Vos.
¡Oh Señor, Vos os habéis dado todo a mi, yo me entrego todo a Vos! Os ofrezco todas mis acciones, todos mis pensamientos, todos mis afectos, todas mis fatigas, todos mis sudores, todas mis penas, todo mí mismo. Yo me consagro todo a Vos y entiendo aceptar como venidas de vuestra mano todas las tribulaciones que encontrare en mi \ida, en expiación de mis pecados y por la salvación de los Pobres pecadores, hermanos nuestros. Deseo ser vuestro ahora y siempre, por toda la eternidad.
¡Cuántas cosas, oh Jesús mío, tendría que pediros! Mas soy tan miserable, que ni tampoco soy capaz de conocer cuáles son las gracias que necesito. Pero Vos, que conocéis mis necesidades, concededme todo aquello que veis ser más necesario para el bien de mi alma. Haced que siempre esté conforme con vuestra voluntad, que huya del pecado, y que sea fiel en el cumplimiento de todas mis obligaciones.
En fin, ¡oh mi dulcísimo Jesús! Os pido la gracia de poder cumplir la práctica de los nueve primeros viernes, recibiéndoos siempre con las debidas disposiciones y
venciendo todas las dificultades que procurará ponerme delante el enemigo de mi alma.
¡Ah Corazón Sacratísimo de Jesús. Salvador de todos aquellos que en Vos confían, yo me abandono con entera confianza en los brazos de vuestra misericordia! 
¡Corazón de Jesús, en Vos confío!