Pensamientos acerca del año nuevo

“Postquam completi sunt dies octo”  (Lucas, II, 21).

Dios tenía ordenado que los niños hebreos fuesen circuncidados en el octavo día; la circuncisión  era figura del Bautismo. Nuestro Señor Jesucristo manda que sus discípulos bauticen en nombre de la Santísima Trinidad a aquellos que aceptaban esta nueva forma de vida.Y tenia como efecto el comienzo de una nueva vida. Esta nueva vida para el católico debe de ser demostrada por las obras que practique, por sus palabras, por sus actitudes, por sus amor a Dios y amor al prójimo.

 

Hemos terminado otro año, es cosa ya del pasado. Sus dolores y sus alegrías, sus penas y sus placeres han pasado. Así también las gracias, bendiciones y pecados. Por el año transcurrido debemos a Dios dos clases de atenciones. Una de reparación por los pecados cometidos, haciendo penitencia y siendo mortificados en todo, y la otra, tener  gratitud por las gracias recibidas realizando constantemente acciones de gracias y obrando el bien evitando el mal.

Muchos lo comenzaron con nosotros, y no han visto el fin. Esos entraron en la casa de la eternidad para gozar o penar, lo mismo se dirá de nosotros un día. Por esto conviene que pensemos en serio en el Año nuevo:

El año nuevo es don concedido por la divina Misericordia.

 

La primera reflexión : ¿veremos el fin de este año? Millones ciertamente no, porque según estadísticas mueren alrededor de 150,000 diariamente. ¡Hoy mismo, millares han muerto! Llegará un año en que veremos el principio, mas no el fin. Si así de verdad lo creemos, resolvamos hoy aprovecharnos de los principales medios para pasar bien el año:

Cosas cuasi ordinarias, y, sin embargo, maravillosamente eficaces en la práctica.

I.- Oración diaria: Es Manantial de fuerza y protección espiritual, y deber natural de todos los seres racionales con frecuencia olvidados. Por esto, deben enseñar a sus hijos a adquirir y conservar este saludable hábito.

II.- Misa dominical y de precepto: Dios, autor de nuestro tiempo, podría reclamarlo todo para sí. La voz de la naturaleza, nos exige consagrar a lo menos una parte para Él. Dios quiere que un día por semana esté consagrado a su servicio. Y la Iglesia nos manda santificarlo oyendo Misa. Mas ¡oh dolor! ¡

 

Cuántos hay que se olvidan de cumplir tan sencillo precepto! Pérdida de la Misa en domingo, gran mal de nuestros tiempos, mas si tomamos en cuenta que el Santo Sacrifico se celebra en muy pocos lugares, y algunos teniendo la gracia de tener cada domingo y fiesta de precepto no acuden, y tratan de justificar la falta de cumplimiento de este precepto de Misa con un Rosario y un acto de contrición. El rezo del Santo Rosario se permite en casos excepcionales para santificar el domingo, cuando no hay sacerdotes, cuando existe imposibilidad por enfermedad o cualquier otro hecho extraordinario, pero no para dejar de asistir a la santa Misa. El acto de contrición perfecta, igualmente, es para cuando no existe sacerdote y hay verdadero dolor de haber pecado, con la intención de confesarse al momento de que haya un sacerdote. Pero esto es una culpable omisión cuando hay sacerdote; porque, la experiencia enseña cuán difícil es la enmienda.

III.-Precepto de la Iglesia: es la  Confesión y la Comunión.

Obliga a todos los fieles que han llegado al uso de razón a la Comunión; Bajo pena de pecado mortal; porque si no comemos de este pan, no tendremos la vida espiritual (Juan, VI, 54). ¡Cuántos rehúsan aún este poco a Dios!. ¿Cómo pueden éstos esperar pasar bien el año? ¿Cómo podrán aprovecharse de los Sacramentos en la muerte, si los dejan preteridos en vida?

Resoluciones:

I.- Emplear bien el año, valiéndose de estos sencillos medios (Oración, asistencia a la Santa Misa, confesión, comunión).

II. Hacérnoslos familiares con la mortificación y abnegación de nosotros mismos.

III.—Hacer también nuestros días de verdad llenos, merecedores de eterna recompensa.